SEGUNDO DÍA: VENECIA Y PADUA.

Exhaustos llegamos al hotel NH Mantegna, que resultó ser precioso. La noche fue extraña, pues a pesar del cansancio acumulado no teníamos sueño, y claro, el dormir poco se notó por la mañana. Esto lo sabían los profes que se adelantaron y vinieron a despertarnos habitación por habitación, pues a más de uno se le pegaron las sabanas. El desayuno nos terminó de despertar. Teníamos gran ilusión por visitar una ciudad tan mágica como Venecia. En el camino, más de uno se quedó dormido, pero nos espabiló la breve introducción que dio Julio antes de entrar en la ciudad flotante, que resultó encantadora y acogedora con una población de lo más amable (menos con Quique Agüero). Todos juntos vimos el puente de los Suspiros, la plaza y la basílica de San Marcos. Más tarde, algunos fueron a ver cómo se trabaja el cristal de Murano y otros decidimos perdernos ya en esta ciudad increíble, con escondites misteriosos a la vez que alucinantes. Algunos montamos en góndola, con gondoleros cantantes, charlatanes pero a otros les tocó el gondolero amargado. A pesar de ello fue una experiencia increíble, con “agüita” fresquita aunque verde. También descubrimos la existencia de un dialecto del italiano, el veneciano, que lo hablan los gondoleros entre ellos (por eso Quique Agüero no los entendía). Terminada la excursión seguíamos con ganas de fiesta y tanto en el vaporetto como en el autobús hemos disfrutado de buena música actual. ¿A quién animamos, a Italia o a Costa Rica? Hay tensión.

Llegamos a Padua e hicimos un recorrido por los lugares más interesantes de la ciudad. Llegamos a tiempo de ver la basílica de San Antonio, antes de disfrutar de una maravillosa y opípara cena.

Elisa Calvo Berraco, Cristina Murillo Leranca, Isabel Marcos Talavera